A pesar de las malas temperaturas, la lluvia, el frío y todos los demás factores meteorológicos (o como se diga), me encanta el invierno, sobre todo cuando nieva.
Cuando era pequeña creía que si nevaba iba a estar todo blanco, los tejados de las casas, el suelo, la hierba... y que no podrías salir de casa sin unas botas porque la nieve te cubriría a las rodillas. Pero simplemente nunca me ha ocurrido tal cosa. Cuando nieva, por lo menos donde yo vivo,tan solo una fina capa de nieve cubre plantas, caminos y tejados; no la suficiente como para jugar a hacer muñecos ni para que se suspendan las clases.
Lamentablemente, nunca he hecho un muñeco de nieve, ni tampoco he esquiado o practicado ningún deporte que implique nieve, pero no me importa. Lo mejor del invierno son esas tardes frías, en las que llegas a casa, te acurrucas en el sofá, te tapas con una manta, y te tomas una taza de chocolate caliente.
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