martes, 17 de julio de 2012

··Reflexiones de playa··



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A veces trato de recordar las razones por las cuales nuestra amistad se desvaneció, sin embargo, no pienso demasiado en ello. Es algo extraño y doloroso el perder un amigo, aunque más extraño es el hecho de que no me afectara demasiado, por no decir que casi ni me inmuté. De alguna manera sabía que él no estaba en mi camino, como una de esas estrellas fugaces que se te cruzan de repente. La viste; y ahora ya  no está, pero siempre te quedará su recuerdo. Se fue apartando de mi lado, y no me di cuenta, pero ya no lo echo de menos. De todas formas no es para tanto, no es como si se hubiese muerto, tan solo que decidió dar un giro a su vida y explorar nuevas rutas, con nuevas compañías y nuevas ideas. Lo único que lamento es tan solo que ahora ya ni me mire. Ni me sonría. Ni me hable. Es una sensación de frío y soledad, como un rayo de oscuridad que perturba la calma. Es tan triste que algo se rompa con tanta fragilidad. Es como un cristal hecho añicos, nadie recoge los restos por miedo a cortarse. Y si ha cambiado tanto como para ignorarme, supongo que debo aceptarlo. No es una de esas cosas que se deban quedar en la mente mucho rato. Por que al fin y al cabo, esa sensación de soledad y tristeza queda ahí, inmóvil, y con el paso del tiempo ya  nadie se acuerda de ella

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By Avril